Que Significa Tóxica De Pareja
Definición – ¿Qué es una relación tóxica ? Una relación tóxica es una relación destructiva, que no es saludable y que a una de las dos partes o a ambas le está generando cierto daño o malestar. Las relaciones tóxicas no sólo se dan en las relaciones de pareja, pueden aparecer y de hecho también surgen entre miembros de la misma familia, entre amigos, compañeros de trabajo y en ellas también hay cariño y afecto lo que hace que sea muy difícil romper con ellas.

¿Qué es una persona tóxica en una relación?

Características de las relaciones tóxicas – En general, las relaciones tóxicas pueden definirse como relaciones en las que ambas partes son incapaces de lograr un trato de igual a igual. Una relación se vuelve tóxica en el momento en que una de las partes “se aprovecha” de la otra, cuando aparentemente solo uno de los dos obtiene un beneficio.

Por ejemplo, la persona que actúa viendo únicamente su interés, que se propone manipular e intentar controlar, o que simplemente quiere sacar provecho. Lo que motiva a una persona a tener conductas tóxicas es la voluntad de tener control completo y de tener todo el poder en la relación. En una relación tóxica el poder no se comparte.

Por el contrario, la persona tóxica es aquella que intenta que la otra persona obtenga el mínimo de poder. La toxicidad misma, de hecho, consiste en eso: en implementar dinámicas en las que se genera una desigualdad entre los dos, en la que el poder queda repartido de modo que favorezca a uno y desfavorezca al otro.

Si bien las peleas de poder son algo normal en cualquier relación, principalmente en los primeros años del matrimonio, las relaciones tóxicas están caracterizados por la insistencia constante y absoluta de uno de los dos en tener el control. Generalmente, una relación tóxica se establece entre dos tipos de personas, una persona manipuladora (perverso narcisista), y una persona susceptible a la culpabilidad, sensible y vulnerable, que sufre de dependencia afectiva y que usualmente está volcada a los demás.

Cuando dos personas con estas características se encuentran, se produce una especie de red dañina en la que quedan atrapados y de la que es muy difícil salir. Es importante tener presente que los métodos utilizados por una persona tóxica para controlar a su pareja no necesariamente son evidentes ni aparentes, ni siquiera para la pareja víctima.

¿Qué es ser una novia tóxica?

Las relaciones tóxicas – Se considera que una relación es tóxica cuando está generando cierto daño o malestar a una o a ambas partes, Se trata de relaciones destructivas de las que resulta difícil salir debido, a la dependencia emocional que conllevan.

Un sentimiento que define este tipo de relación, es el sufrimiento, Pero, así como en otras situaciones, nos resulta evidente y, por lo tanto, escapamos de ellas, cuando se trata de relaciones interpersonales, no siempre resulta fácil identificarlo bien sea, porque no lo queremos ver, porque ese malestar sea sutil y/o paulatino, está enmascarado, por miedo o porque nos aporta otras cosas a las que no estamos dispuestos a renunciar.

En cualquier caso, acabará destruyendo nuestra autoestima.

¿Cuáles son las actitudes tóxicas?

Personas tóxicas – La gente tóxica, se caracteriza por entablar relaciones absorbentes con los demás, Afectan negativamente a aquellos con quienes establecen un vínculo, debido a sus actitudes asfixiantes y obsesivas. Son personas autoritarias, pesimistas y egoístas.

  • Normalmente abusan de la confianza de aquel que se abre emocionalmente con ellos.
  • Son sumamente manipuladores y disfrutan de conseguir dominar a alguien, imponen sus ideas sobre los demás.
  • Al establecer relaciones engañan con facilidad y puede resultar muy difícil comprender que en realidad se trata de una técnica de manipulación,
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Por otro lado, la gravedad de involucrarse con personas de estas características empeora si se tiene en cuenta que las personas nos comportamos de manera distinta según el entorno en el que nos encontramos. Con esto queremos decir que alguien que en su trabajo es sumamente colaborador, simpático y amigable, quizás en sus vínculos personales puede esconder actitudes tóxicas y ser un manipulador de primera.

¿Que producen las personas tóxicas?

¿Cómo actuar frente a ella? – Estar atrapado en una relación tóxica (sea o no romántica) puede dar lugar a consecuencias graves a nivel psicológico : estrés, ansiedad, depresión, falta de autoestima, fobias, problemas somáticos, etc. Alejarse de las personas tóxicas es la opción más fácil y efectiva, pero no siempre es posible.

Analiza, concreta y describe las partes tóxicas de la persona. Pon contexto a la situación y piensa que detrás de las conductas tóxicas hay una falta de desarrollo emocional: miedos, frustraciones, carencias, vivencias traumáticas Establece límites si no puedes reducir el contacto. Siempre puedes negar el acceso a tu intimidad y decidir hasta dónde permites al otro acceder a ti. Relativiza su comportamiento y no entres en su juego. Utiliza la asertividad, es tu arma principal. Aprende a desconectar cuando empiece a quejarse, encontrar fallos o consumir tu energía.

Pero lo más importante es que te cuides a ti mismo ; mímate, protégete. Cuando la relación tóxica está muy avanzada, la víctima puede tener problemas para identificar los comportamientos abusivos, ya que puede a llegar a entender que es la forma normal de relacionarse o incluso que los merece. Si la situación te sobrepasa, busca la ayuda de un psicoterapeuta. Lo que debes saber

Según el grado de cercanía con la persona tóxica, la relación será más o menos nociva. Los padres y las parejas tóxicas suenen ser más difíciles de gestionar debido al alto grado de vinculación. Existen dos maneras de detectar la toxicidad: identificando señales en la otra persona (cómo definimos al otro) o descodificando las emociones que nos suscita, siempre asfixiantes (cómo nos sentimos con el otro). Alejarse de las personas tóxicas es la opción más fácil y efectiva, pero no siempre es posible. Entonces, si no puedes cambiar el comportamiento del otro, es cuestión de cambiar el tuyo.

¿Que hay detrás de una persona tóxica?

Artículo publicado por Carlos Chiclana para elconfidencialdigital.com Seguro que conoces a alguien a quien calificarías de “persona tóxica”. También podrás observar que, a esa persona que tú no aguantas, a otras les resulta agradable e incluso la quieren. Además chantajean emocionalmente, manipulan, te hacen sentir en deuda o culpable, procuran hacerte dudar con inseguridad, traspasan los límite, se quejan, no asumen su responsabilidad, no quieren cambiar y te sacan de quicio. Cualquier texto sobre personas tóxicas te aconseja que te alejes de ellas.

Hay quienes que te cuentan que han cortado la relación con personas cercanas “porque son tóxicas”, como si fuera una razón suficiente y se sienten con derecho a hacerlo. Como me decía una paciente: “sí, hemos cogido el hábito de deshacernos de ellas y nos vamos quedando solos”, Es verdad que hay personas con una conducta maligna y que el único modo de protegerse y mantenerse a salvo es huyendo.

Aunque me cuesta cree que sean tantas como oyes contar. Es cierto que ocurre, como dice Ortega y Gasset que “hay otras personas cuya proximidad, por breve que sea, nos deja maltrechos y extenuados, llenos de desconfianza y como si la existencia hubiese cobrado un agrio sabor.

Al separarnos de ellas somos menos que antes y, por así decirlo, hemos perdido calorías”. No hay post de psicología que se precie, que no critique lo que la tradición “nos ha inculcado” sobre la bondad de los demás y que afirme con certeza lo malas que son esas personas tóxicas. Sin embargo en el post siguiente te hablan de la “aceptación incondicional”, de la “conciencia plena”, de “no juzgar”.

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A mí me genera confusión, ¿en qué quedamos? ¿”aceptar” o “evitar”, afrontar o salir corriendo? ¿Decido sólo por cómo me hace sentir? ¿Es porque la persona en sí misma “es tóxica” o porque hemos establecido una “relación insana”? ¿Podría ser que la toxicidad surgiera en la relación y que no fuera intrínseca a la persona? ¿Quién ama a las personas tóxicas? Hablaba con una paciente, Sara, de cómo su jefe le hacía sentir minusvalorada y culpable.

¿Tiene algo bueno?, le pregunté. “Sí, siempre se preocupa de que todo el mundo reciba su sueldo a fin de mes. Y yo, que llevo las cuentas sé que él no recibe su nómina hasta que no está todo el mundo pagado”. ¿Puede ser que a él le hayan tratado antes como te trata a ti? “Sí, claro. Antes de montar su empresa recibió bofetadas por todos lados”.

“La vida es el arte del encuentro”, decía el cantante brasileño Vinicius de Moraes pero ¿sólo del encuentro agradable y oxigenante o también del difícil y molesto? Hay personas con las que más que encuentros tienes encontronazos. Dan ganas de salir corriendo, para no quedar maltrechos y agriados.

  1. ¿Qué podría pasar si nos lanzamos a amar y a encontrarnos con las personas tóxicas? Para afrontar estos encuentros nos puede ayudar cambiar la perspectiva, enunciar el problema como “relación tóxica”, salvar a las personas (incluidos nosotros), y abordar la situación.
  2. También dependerá del tipo de relación, es diferente si es un jefe, un familiar, un vecino, tu pareja, tu madre hay personas de las que no te puedes “deshacer”.

Casi todos sentimos aprecio por los refugiados, por las minorías que claman por sus derechos, por los inmigrantes que buscan un lugar mejor, por las víctimas de maltratos. Esa “persona tóxica” con la que te encuentras en la vida diaria, puede ser un refugiado emocional que ha tenido que huir de las guerras civiles de su familia, puede haber sido víctima de abusos o malos tratos, puede ser un migrante que ha tenido que abandonar su verdadera identidad y anda buscando una mejor dónde echar raíces.

  • Puede ser que lo que ocurre en la relación sea expresión de algo que le ha ocurrido a esa persona en otra relación.
  • De forma no consciente, repetirían el patrón con el que han sido tratados: abandono, negación de su valor, manipulación, maltrato, abuso, desprecio, etc.
  • Para ponerse a salvo del papel de agredido, escogen el papel de agresor.

Quizá necesitan ayuda, alimentar su ego, buscan aprobación o sanar sus heridas. Cuando me las encuentro, se me ocurre pensar “Bueno, pues muy bien, pobrecitas, pero que no vuelquen su porquería sobre mi”. A la vez, me ayuda considerar que son personas frágiles que necesitan una armadura para tenerse en pie, almas heridas que siguen sangrando, bebés sucios y hambrientos que berrean para que alguien les calme.

  • ¿Quién ama a estas personas? Al huir de ellas, puede que repitamos el patrón que aprendieron o podemos cambiarlo.
  • Nos proponen un baile y podemos responder de tres maneras.
  • Una es evitándoles, porque hacen surgir en nosotros el patrón del que les abandonó, rechazó o maltrató, y ellos confirman que no son valiosos, que merecen ser despreciados y sobreviven con esas conductas tóxicas.

Cuando la evitamos o nos apartamos de ella le confirmamos que no es lo suficientemente válida, fuerte, digna como para seguir ahí con nosotros. También podemos entender que nosotros somos más válidos, fuetes y dignos que él, por lo tanto no están a la altura que se merece tu compañía, alabanza o amor.

  • El segundo baile sería someternos a su maltrato o abuso, ponernos su traje de poco valiosos o culpables, creer que es nuestra piel y terminar por afirmar que merecemos ser tratados así.
  • El tercero sería cambiar el baile.
  • En Japón hay una delicia culinaria muy peligrosa, el pez globo.
  • Partes de él son sabrosísimas y partes de él son altamente tóxicas, provocan parálisis y muerte.
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La experiencia de comerlo incluye que, en las partes sanas hay un poquito de toxina, que añade sensaciones particulares. Algo así podemos percibir cuando cambiamos el baile con las personas tóxicas. Tiene partes buenas y sanas con las que podemos intentar conectar, tiene partes altamente dañinas que nos pueden destrozar, e incluso al relacionarnos con las partes buenas, experimentaremos que tienen un punto de fricción que estimula nuestra sensibilidad y pone en alerta nuestra vulnerabilidad.

Con qué parte de ti interacciona, con qué parte de ti podrías tratarle de otra manera, protegerte sin huir, aceptar a la vez que esquivas sus dardos envenenados. Quizá Sara sí pueda relacionarse con la parte de su jefe que paga a todos puntualmente. Como quien se come la parte de la manzana que no está podrida.

Intenta no etiquetar a la persona. Considera qué te hace sentir. Valora con qué parte de ti está conectando. Permítete sentir qué te genera y cómo te afecta. Siente qué te entran ganas de hacer. Valora si eso puede ser lo que él está sintiendo hacia sí mismo, hacia otra persona o por otro asunto.

  • Salte de ese escenario.
  • Busca qué es lo que necesita de ti, no de tu energía o de tu vitalidad.
  • Examina si quieres dárselo o no.
  • Dáselo del modo que tú quieras, desde la distancia que te permita ser tú.
  • Con independencia que no significa indiferencia, diferenciándote y con distanciar que no significa ignorar, maltratar o despreciar.

Detectar su parte tóxica no significa enjuiciar y condenar. No supone anularte, ni someterte, ni despreciarte. Supone afirmarte y darte cuenta de que tienes partes fuertes y firmes que pueden encontrarse con una parte de la otra persona con la que conectar.

  • Cuando consigas conectar con una parte sana de estas personas, puedes ayudarles a entender que tienen a alguien delante, dales a conocer cómo te sientes cuando se comportan o hablan de determinada manera.
  • Si es una persona con la que te vas a tener que relacionar intenta darle juego, animarle a que sea agradecida, hazle caer en la cuenta de lo que recibe y de las situaciones que generan ella misma.

Cuenta con ella, tenla en cuenta, ten paciencia para empatizar, dale criterios de realidad, hazlo desde ti mismo. Para un momento. Considera qué está ocurriendo. Mantén unos límites sanos. No intentes que cambie. Tú mantén tu rumbo, no discutas, sé firme.

Respeta su espacio, no trates de salvarle, déjale que se sume a la corriente que tú propones sólo si quiere, no pretendas que actúe como tú lo harías. No te hagas responsable de su felicidad. Esto no es un mensajito de buen rollo, es pura psicología; no es una propuesta de amor fraterno, es un intento de cambiar el patrón relacional que genera problemas; no es una llamada a la camaradería social y popular, es una ejecución individual de la libertad en el modo de dejarte afectar por otro ser humano.

Ojalá Ortega, tras encontrarse contigo pudiera escribir estas palabras: “Al separarnos de cierta persona con quien hemos conversado un buen rato nos sentimos tonificados. Y no porque aquella persona sea muy inteligente, ni porque se haya mostrado bondadosa.